Los ‘papeles de Salamanca’ y el patrimonio de Sijena: ¿cierta analogía?
Algunos vienen cantando el estribillo de los “papeles de Salamanca” desde hace muchos años con la insistencia de una rana en celo. Ahora además el alcalde Fernández Mañueco trina: hay “cierto paralelismo” entre lo de Sijena y los papeles citados. Que los devuelvan o que se los quiten a la fuerza, como han hecho en Lérida, si no esos catalanes son capaces de quemarlos, brama indignado el vicedirector de cierto “periódico” local.
La idea está clara: esto es mío, nuestro, y se nos debe restituir. Pero el contexto de cada caso hace difícil asumir la idea y muy complicado aplicarla, como se ha visto con lo de Sijena. Llevada al extremo y referida a objetos artísticos o arqueológicos sería tanto como destrozar la mayor parte de los museos que en el mundo son. El asunto se las trae, porque la lista de esos objetos «desplazados» de su lugar de origen es interminable. Quizá algunos empiecen ahora a especular con la procedencia de la mayor parte de lo que contiene el museo Marés de Barcelona o las salas medievales de Museo Nacional (perdón, pero así se llama) de Cataluña. Pongo esos ejemplos por decir algo, pero como soriano también me pregunto dónde deberían estar los frescos prerrománicos de San Baudelio (Soria) ahora exhibidos en El Prado. Etcétera. O sea que, como pediría un jesuita, hay que ir a la casuística.
Pero no me parece absurda la comparación entre lo de Sijena y los documentos idos desde Salamanca a Barcelona a petición de la Generalitat, como plantea cierta prensa y el alcalde Fernández Mañueco; del mismo modo, o también por analogía, no me pareció mal denominar calle “del Expolio” a donde se ubica el Archivo de la Guerra Civil, idea genial del ex alcalde Sr. Lanzarote. Y sin embargo ellos piden que se devuelvan los papeles y a mi me parece de justicia que sigan allí, se termine de hacer la transferencia y, si es posible, que lo dudo, acabe de una vez esta penosa polémica. ¿Dónde está el quid de este embrollo? La ofuscación estriba en que no se ve o no se quiere ver lo más evidente: que se trata de documentos confiscados por el franquismo con fines represivos en 1939 y que, siendo de la Generalitat, a ella deben volver. (También hay documentos de terceros, que se están devolviendo allí hace años, como la ley manda, cosa que aquí se ignora o se quiere ignorar).
Puestos a hacer “comparaciones” sin duda se puede equiparar esa documentación con las tallas de Sijena, que han vuelto a donde estaban originalmente (con la diferencia de que en el caso de la documentación no ha habido una compra por medio, sino, conviene repetir, la manu militari del fascismo vencedor de la Guerra civil). De ahí que, aparte de otras consideraciones, la restitución de los documentos a Cataluña sea también un acto de justicia y de memoria histórica democrática. (“¿Cómo dice?”, me dirán esos que he citado).
Pero hay más, mucho más. Hay una ley, un dictamen de expertos de distintas tendencias y varias sentencias judiciales concordantes que avalan esa restitución. Olvidar todo eso es olvidar demasiado. Y pensar que con esa absurda campaña se puede cultivar el voto o los prejuicios de ciertos sectores salmantinos es tener una idea muy pobre de su mentalidad. No se gana nada con esa campaña, sino enconar gratuitamente el conflicto ya existente.
¿Cierta analogía? No: una analogía cierta.
Luis Castro Berrojo
Profesor de Historia y Geografía